Mario Margolles, jefe de Vigilancia Epidemiológica: «La vacunación evitó entre 10.000 y 15.000 fallecimientos por covid en Asturias»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Mario Margolles, Jefe del Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Principado
Mario Margolles, Jefe del Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Principado

El médico especialista en medicina preventiva y salud pública destaca la importancia de las vacunas en todas las enfermedades para reducir la morbilidad (casos) y la mortalidad, aunque haya patógenos que cada cierto tiempo generen brotes, como sucedía hace unas semanas con la tosferina

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En Asturias, el 98% de la población infantil está adecuadamente vacunada, una proporción que decae a medida que aumenta la edad. Si bien la consideración experta es que esas coberturas siguen siendo «suficientemente altas», lo deseable es que esas coberturas vacunales «fueran aún más altas». Así lo traslada Mario Margolles, jefe del Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Principado, en la entrevista concedida a La Voz de Asturias. En ella analiza los desafíos específicos enfrenta Asturias en términos de vacunación, las tendencias emergentes en este ámbito y las iniciativas futuras que ve necesario trabajar en nuestra región. En concreto, considera que uno de los desafíos de la vacunación es contrarrestar el creciente movimiento antivacunas, ya que entiende que cuando «ven alejarse el riesgo de enfermar, toman la errónea decisión de no vacunar a sus hijos». Sin embargo, el médico especialista en medicina preventiva y salud pública destaca la importancia de las vacunas en todas las enfermedades para reducir tanto el número de casos como la mortalidad. De hecho, su opinión es que todas las comunidades autónomas «deberían tener el mismo calendario vacunal a lo largo de toda la vida para garantizar una equidad en toda España».

—¿Hasta qué punto es importante la vacunación para la salud pública en Asturias?

—La vacunación es la actividad sanitaria que mayor impacto sobre la morbilidad ha tenido en la historia de la medicina y ha evitado decenas de millones de muertes a lo largo de su trayectoria y miles de millones de casos de enfermedades inmunoprevenibles. Aunque ha habido otros hitos importantes como la antibioterapia, las canalizaciones de agua potable y de aguas residuales (estas últimas fuera del sistema sanitario) no han tenido el mismo impacto que las vacunaciones.

—¿Cuáles son las vacunas más importantes que se administran en Asturias y cuál es su cobertura?

—En Asturias todas son importantes, todas las que están incluidas en el calendario vacunal son vacunas esenciales. Si bien hay algunas que tiene impactos sobre la salud pública (de todos los habitantes), al controlar las cadenas de infección impidiendo la infección y transmisión de la enfermedad, en otras la acción es individual y lo que hace es evitar únicamente la enfermedad en la persona vacunada. Gracias a las vacunaciones no existen hoy día casos en Asturias de viruela, difteria, poliomielitis, y son casi inexistentes enfermedades como el tétanos, sarampión, rubeola, entre otras. En otras ocasiones, las personas que tienen una determinada condición sanitaria es necesario también que se vacunen debido a una especial sensibilidad y vulnerabilidad por esa enfermedad.

—¿Qué desafíos específicos enfrenta Asturias en términos de vacunación y cómo se abordan?

—Los desafíos son varios: por un lado el creciente movimiento antivacunas que dada la menor circulación de los patógenos (gracias a la acción de las vacunas) ven alejarse el riesgo de enfermar y, a veces, toman, en mi opinión, la errónea decisión de no vacunar a sus hijos e hijas, dado que el riesgo ha pasado. Y este riesgo nunca pasa solo se ve amortiguado gracias a las personas inmunizadas. Otro desafío es encontrar vacunas efectivas para procesos que, hoy día, no son vacunables, tanto entre enfermedades infecciosas como crónicas, pero, en ocasiones, la complejidad de encontrar una diana preventiva son realmente grandes. También, la propia sostenibilidad del sistema para poder afrontar las nuevas vacunas que puedan llegar que dada su tecnología son más caras y el rendimiento decreciente en términos de coste-efectividad que presentan las mismas.

—¿Qué grado de aceptación tienen las vacunas por parte de la población asturiana?

—La mayoría de las personas es responsable y protege la salud de sí mismas y de los suyos vacunándose, especialmente en población infantil en vacunas de calendario. Las coberturas varían en función de vacunas pero se puede decir que aproximadamente un 98% de la población infantil está adecuadamente vacunada. La proporción decae a medida que aumentamos de edad, pero incluso en edades elevadas hemos obtenido coberturas suficientemente altas como más de un 90% contra las infecciones respiratorias estacionales invernales en residencias o un 80% en personas de 80 y más años. Estos son los colectivos más vulnerables y por tanto es donde más impacto tiene las vacunas. No obstante, sería mejor si las coberturas vacunales fueran aún más altas.

—¿Cuáles son los grupos de población prioritarios para la vacunación en Asturias y por qué?

—Los grupos de población prioritarios son la totalidad de la comunidad ahora que hay un calendario vacunal para toda la vida. Si bien, sabemos que hay personas que tienen un mayor riesgo de desencadenar resultados de salud adversos como la hospitalización y fallecimiento y, por eso, se consideran población diana para la vacunación (un ejemplo de ello es la vacunación antigripal en personas de 60 y más años, entre otros…). No obstante, como indicaba previamente, hay vacunas que tienen más efecto sobre la circulación del agente patógeno en la comunidad independientemente de la vulnerabilidad de las personas y esas condicionan el riesgo del estado de la salud de la población más que sobre la persona vacunada.

—Hace unas semanas hubo varios casos de tosferina en la región, una enfermedad que se trata de prevenir con vacunación ¿a qué se debe que de vez en cuando surjan brotes de enfermedades erradicadas o casi erradicadas, como la tosferina?

—Los agentes patógenos circulan más fluidamente cada cierto número de años (diferentes según la enfermedad), la tosferina suele ser cada 3-5 años. Cuando eso pasa es que hay un acumulo de personas susceptibles que permiten la circulación de la enfermedad. El caso de la tosferina es un ejemplo de lo que previamente hablábamos de vacunas que no cortan la cadena de transmisión: una persona vacunada aunque no enferme puede ser transmisora de la enfermedad si se infecta y de las personas vacunadas la efectividad suele ser del 80% a lo que se añade el 2% de personas no vacunadas. A medida que pasan los años se van acumulando personas susceptibles y cuando llega a un acúmulo suficiente se producen mayor número de casos y brotes. En enfermedades cuyas vacunas controlan la cadena de infección (los vacunados no infectan) y tienen mayor efectividad (por ejemplo, sarampión, 95%) eso no sucede. En otras, los períodos entre ondas son más largos y en otros más cortos. Pero, en todas las enfermedades las vacunas son muy importantes para reducir la morbilidad (casos) y la mortalidad.

—¿Cómo se manejan los brotes de enfermedades prevenibles por vacunación aquí en la región?

—Depende de la enfermedad y depende de las medidas (vacunas y tratamientos que tengamos). Para las enfermedades víricas no tenemos antibióticos pero si para las enfermedades bacterianas. Una de las medidas más importantes es el diagnóstico y tratamiento precoz. De esa manera, la persona infecciosa lo es durante menos tiempo y, por tanto, reduce los casos secundarios debidos al contagio. Otra, es el aislamiento o la separación de las personas enfermas de las personas susceptibles; por ejemplo, no acudir a clase. Por supuesto, una cuestión importante es estar adecuadamente inmunizados pero, en brotes, es difícil llegar a tiempo, por lo que la actividad de control de brotes con vacunas es muy limitada salvo algunas enfermedades; por ejemplo, sarampión. De manera general, casi siempre se limitan las acciones a las medidas físicas, es decir, separación y evitación de contactos, actuación sobre el caso con diagnóstico, tratamientos precoces y actuación sobre los contactos en función de las enfermedades, en alguna ocasión es necesario administrarles alguna medicación (quimioprofilaxis).

—La rapidez con la que se pusieron a disposición las vacunas contra la Covid conllevó cierto debate entre la población sobre si se habían investigado bien los efectos secundarios que podrían tener a medio o largo plazo. ¿Cuál es su valoración cuando han pasado más de tres años desde que se pusieran las primeras vacunas?

—La valoración de la efectividad es enormemente favorable. Gracias a la vacunación se evitaron en Asturias entre 10.000-15.000 fallecimientos por COVID-19, especialmente en personas muy vulnerables. Me estoy refiriendo a las personas mayores, institucionalizadas, personas inmunocomprometidas…, pero también en personas sanas pero que eran especialmente sensibles al COVID-19. Los efectos, en Asturias se comenzaron a ver inmediatamente, al día 10 tras la aplicación ya veíamos que reducían las muertes en un 50% y llegó al 95% tras la dosis de recuerdo. Esta vacuna es muy buena y solo tiene un defecto, su protección escasamente duradera, a partir del cuarto mes baja considerablemente su protección. Pero, mientras, es plenamente efectiva para evitar hospitalizaciones y muertes, no así para evitar la infección.

—¿Cuáles son las tendencias emergentes en el ámbito de la vacunología en Asturias?

—La tendencia emergente actualmente es desarrollar vacunas con menores efectos secundarios y con mayor seguridad y eso significa, en ocasiones, una menor efectividad. Por lo que hay que balancear adecuadamente sus ventajas e inconvenientes para que, manteniendo la efectividad necesaria se reduzcan al mínimo sus eventos adversos.

—¿Ve oportuno unificar las vacunas que se incluyen en el calendario pediátrico a nivel nacional y que esto no dependa de las comunidades autónomas?

—Si, sin duda. Es lógico que todas las CCAA tengan el mismo calendario vacunal a lo largo de toda la vida para garantizar una equidad en toda España, el mismo que sea decidido y consensuado por todas ellas es una competencia propia que no debe usurpársela. No obstante, puede haber en algunas CCAA algunos riesgos específicos que merezcan la implantación de alguna vacuna, pero siempre basándose en necesidades epidemiológicas no en intereses económicos.

—¿Qué ámbitos o iniciativas futuras relacionadas con la vacunación sería necesario trabajar en nuestra región?

—Actualmente tenemos un calendario vacunal ajustado a las necesidades reales de la población y las vacunas disponibles en el mercado. Si no las hay, no las podemos implantar. En estos momentos, todas las enfermedades para las que existe prevención poblacional efectiva mediante vacunación, y que se considera necesario tener inmunizadas, están implantadas. Además, aquellas personas que tienen una enfermedad o condición que precisa elementos de vacunación o inmunización, tienen la vacuna disponible siguiendo los estándares técnicos. Actualmente, estamos implantando en colaboración con el Ministerio, sistemas de información en vacunaciones e inmunizaciones que permitan el registro de los actos vacunales y una mayor agilidad y conocimiento de la situación vacunal.