Jane Fonda, Mick Jagger, Raphael y otras celebridades que demuestran que los 80 son los nuevos 30

CULTURA

Jane Fonda

Tienen fans acérrimos entre los jóvenes y se meten en charcos. La revolución digital les ha beneficiado a algunos, mientras otros soportan la cultura de la cancelación

01 may 2024 . Actualizado a las 09:46 h.

En el libro El poder de lo cuqui, el filósofo Simon May reflexiona sobre la infantilización de la sociedad —tu tío Antonio ya jubilado comunicándose a través de emojis— mientras a los niños se les exige comportarse como adultos a edades cada vez más tempranas en aspectos como la sexualidad o la expresión personal. Nadie quiere tener 70 años, tampoco 12. Y los que tienen 30, en un contexto económico indeseable, son incapaces de asumir los retos que tendrían que abordar en este momento vital. En tal escenario puede una encontrarse a una preadolescente mostrando su rutina de belleza en YouTube para engañar al paso del tiempo, o a una Ana Obregón haciendo una carambola ética imposible al convertirse en madre y abuela al mismo tiempo con 68 años. Este gazpacho permite que el estereotipo de abuelito y abuelita entrañables esté cada vez más alejado de la realidad, aumentando el número de caras populares que dan —y a las que dan— cera y que están a pleno rendimiento, también, en redes sociales.

Maruja Torres es uno de esos casos de mujeres incombustibles, imposibles de silenciar y que son un soplo de aire fresco incluso para las muy resueltas chicas de la generación Z. Con 81 años, la periodista y escritora no solo dio hace unos meses una controvertida entrevista a Jordi Évole, sino que su pluma, siempre afilada, desata todo tipo de opiniones en X, donde incluso le llegaron a bloquear la cuenta por mostrar imágenes «excesivamente gráficas» de la guerra de Gaza. La recuperó, y sigue en activo como la que más ante cualquier situación que considere intolerable, no sin asumir las críticas de unos haters que, por posicionarse siempre sin temor, lleva años cosechando. «Sigo en pie», reza su biografía en esta red antes conocida como Twitter.

Chema Moya | Efe

En pie y con no pocos charcos a sus espaldas se encuentra Woody Allen. Es uno de los cineastas más aplaudidos, galardonados e imitados de la historia del séptimo arte, y son muchos los que ya lamentan la posibilidad, con la que lleva años jugando al despiste, de que no haga más películas. El neurótico neoyorquino daría así carpetazo a una prolífica carrera con Golpe de suerte a sus 88 años, y lo haría con el respeto de su público más fiel, el beneplácito de ese otro que cree que hay que separar «al autor de su obra» y las muchísimas críticas de un sector de la población que ha visto en Allen la decadencia de un tipo de hombre que no se ha querido adaptar a las nuevas normas.

El director levantó ampollas hace unos meses cuando defendió a Luis Rubiales. «No la violó. Solo era un beso con una amiga», dijo, en lo que para algunos fue la gota que colmó un vaso en el que flotaban ya demasiadas banderas rojas.

La última edición del Festival de Venecia miró a la cara a la cultura de la cancelación, incluyendo entre sus invitados a Roman Polanski, Luc Besson y al propio Woody Allen —acusados los tres de agresiones sexuales—. Ajeno, según comentó el artífice de Annie Hall al significado de este rechazo masivo que se cuece a través de una pantalla, lo cierto es que algunos de los actores con los que ha trabajado últimamente le han dado la espalda, mientras su hija, Dylan Farrow, aprovecha la ola del MeToo para elevar su voz y acusar a su padre de todo tipo de aberraciones.

Justo antes de que tomase forma un movimiento que cambiaría para siempre las reglas del juego entre hombres y mujeres, Jane Fonda reveló que había sido violada con 12 años. Lo hizo en el 2017, unos meses antes de que The New York Times, secundado por diferentes actrices de Hollywood, sacara a la luz los delitos cometidos por el todopoderoso productor Harvey Weinstein. La protagonista de Barbarella no ha tenido nunca la costumbre de ser sumisa y dócil, pero la edad no ha hecho más que aupar su rebeldía.

Con 86 años no hay fregado que se le escape si cree que la causa lo merece. Esto ha hecho que en los últimos tiempos haya acabado detenida por la policía en varias ocasiones mientras participaba en protestas por la crisis climática. Y que ciertas declaraciones la dejasen en un lugar, digamos, controvertido. En Galicia, sin ir más lejos, puso en jaque a todo un sector cuando en el 2021 pidió a la sociedad que dejase de consumir pulpo porque estos cefalópodos «tienen emociones». Lo hizo en una entrevista en televisión en la que llamó al boicot a los restaurantes que sirviesen este animal, causando sus palabras un revuelo sin parangón.

De esta quinta, y siempre en la picota por hache o por be, es también Mick Jagger. El eterno enfant terrible del rock sigue dando munición a los medios de comunicación, a veces con vídeos más propios de TikTok —donde desde luego demuestra que está en plena forma—, y otras, simplemente, alimentando el mito. Ante la posibilidad de que los Rolling Stones se bajen algún día del escenario, Jagger, de 80 años y padre de un hijo de siete, ya ha aportado soluciones mesiánicas para el mundo del rock: según sugirió el pasado año, la banda británica podría seguir viva tras la muerte de sus integrantes gracias a los avances de la tecnología, que les permitiría ofrecer conciertos con hologramas. La leyenda del grupo, que este año está de gira por Estados Unidos, crece gracias a su amienemigo y compañero Keith Richards, que con 80 primaveras se mantiene vivito, coleando y ajeno a esa teoría conspiranoica que dice que renueva su sangre cada año y que este es el secreto de su eterna juventud. De este guitarrista también se cuenta que esnifó las cenizas de su padre, pero eso es otro cantar.

A cantar mucho y con la energía del primer día se dedica Raphael. Nacido en Linares, franqueó el año pasado la barrera de los 80, y aunque hace un par de décadas la muerte le echó un pulso, se recuperó para seguir amenizando todas las nochebuenas que hagan falta. Una cirrosis hepática casi le cuesta la vida, y gracias a un trasplante de hígado hoy no se plantea abandonar la música. Ni él quiere ni los españoles le dejan, pues algunas de sus canciones son himnos no solo de sus coetáneos, sino también de jovencitos que saltan en Spotify de Mi gran noche a cualquier tema de Bad Bunny sin pestañear. Raphael ha colaborado en los últimos años con tantos cantantes de la radiofórmula actual —Manuel Carrasco, Pablo López, Rozalén— que está a un paso de marcarse un feat con Aitana sin que esto resulte extraño.

Concierto de Raphael en las fiestas de María Pita del 2018
Concierto de Raphael en las fiestas de María Pita del 2018 ANGEL MANSO

Julio Iglesias es el otro artista español que podría estar en este reportaje. Como el culto al revival tiene numerosas y sorprendentes caras, muchos conocen a ese eterno macho ibérico, viril y semental por el que no pasan los años gracias al entorno digital. Los memes con su cara, que siguen enviándose adaptados a cada contexto, mantienen viva su imagen de galán. A sus 80 años, sin embargo, el cantante vive alejado de los focos entre las Bahamas y Punta Cana, y cada cierto tiempo se siembran las dudas sobre su estado de salud. Se sabe que está redactando sus memorias, que bien podrían servir para una serie de Netflix. En ellas no faltará Isabel Preysler, su exmujer, que con 73 años sigue siendo la reina de corazones de este país.